Buenas
tardes.
1. Empoderar en la justicia es empoderar en ciudadanía.
La
figura que preside el claustro de este centro que nos acoge, está dedicada al filósofo,
pedagogo y humanista valenciano, Luís
Vives (Valencia 1492 – Brujas, 1540), quien nos dejó escrito lo siguiente: “Desterrada la justicia que es vínculo de las
sociedades humanas, muere también la libertad que está unida a ella y vive por
ellas”. La justicia consiste, entre otras cosas, en el empoderamiento en
aquellas capacidades que nos permitan llevar adelante el modelo de vida que
tenemos razones para elegir, siempre y
cuando no impida que otros puedan hacer lo mismo.
Creo
que nadie podemos poner en duda que, somos lo que somos gracias a la relación
con los otros; por lo que los seres humanos somos seres sociales por naturaleza,
por lo que la ética no es algo que se nos añade a nuestra naturaleza, somos
seres bioéticos. Pero aquello que
recibimos de la naturaleza necesitamos desarrollarlo, educarlo, de ahí que la
educación para la ciudadanía es pieza clave para generar un mundo más justo,
libre e igualitario. Lamento y denuncio que, según el borrador, de la Ley de Mejora Educativa (LOMCE),
aprobada en Consejo de Ministros, contemple la desaparición de esta asignatura
en los estudios de los y las jóvenes, es un total desafuero, contrario a los
consejos de la sana razón, así como a la más elemental prudencia, pues todos y
todas compartimos la condición de ciudadanía. Los seres humanos, somos fines, y
como tal debemos ser tratados, jamás medios, somos radicalmente ciudadanas u
ciudadanos. Ya sabemos que el necio confunde precio con valor, pero el cínico es
aquel para quien todo tiene un precio por jamás ha sabido lo que es un valor.
2.
Una despedida desde la palabra cordial.
Durante
un curso, y en unas jornadas internacionales “sobre el empoderamiento de la
mujer joven”, hemos ido pertrechándonos de argumentos y forjándonos un carácter
mediante, fundamentalmente, el uso de la palabra.
Hoy, cuando el curso y estas jornadas
internacionales llegan a su fin, quiero
despedirme con la última palabra con la que se cierra la novela más conocida, escrita en lengua
castellana.
Como
todas habéis adivinado, me refiero a la obra de Cervantes, “El Quijote de la Mancha ”; de quien, dos
mujeres, Maria Zambrano, filósofa, en 1989, y Ana María Matutes, escritora, en 2011, en sus respectivos discursos al
recibir el “Premio de de literatura castellana Miguel de Cervantes”, lo
definieron como, “ese personaje que
padece, de manera ejemplar, el sueño de la libertad, ese sueño, que, en cierta
hora, tan incierta, se desata en el hombre” y como “un
hombre bueno, solitario, triste y soñador: creía en el honor y la valentía, e
inventaba la vida”. Un hombre, a quien la idealización de una mujer,
Dulcinea del Toboso, le lleva a recorrer caminos, a arrostrar cuantos peligros
les salieran al paso, para ofrecerle lo mejor que alguien puede dar a la
humanidad, la reparación de la injusticia, y por ende el establecimiento de la
justicia.
Pues,
con la última palabra de esta obra, me despido: “VALE”, expresión que se utilizó desde época de los romanos para
despedirse en las cartas, y que, proviene del verbo latino valere, “consérvate sano”. Pues eso, conservaos sanas y sanos. Un
beso.
10/Junio/2013
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